Todavía nos quedan unas semanas de verano, o al menos eso espero, así que si todavía no has probado el Wadlopen, te animo a que aproveches antes de que nos llegue el otoño. Es una actividad muy muy holandesa, como ir en bici, pero más auténtica y original.
La traducción que he encontrado más parecida es “caminar por las marismas” lo cual tiene su lógica cuando veáis las fotos. A esta área se la llama Waddensea y se encuentra en el Nordeste de Holanda, en la región de Friesland, una zona salvaje, natural y protegida. Como os decía, un paisaje holandés de lo más excepcional que no te puedes perder si vives aquí.
Es una ruta que se tiene que hacer con uno de los guías oficiales que encontrarás en este link por ejemplo. Y es que tiene su peligro, hay que vigilar las condiciones meteorológicas, de hecho sólo se puede hacer de Mayo a Octubre. Durante el día se puede caminar por la zona (con guía), pero al atardecer sube la marea, como hasta unos 5 metros, así que mejor que no te pille.
Primero llegas al punto de encuentro según la ruta escogida. Te encontrarás una casita en el medio de la nada, justo en la parte de la costa que va hacia las islas del Norte de Holanda: Ameland y Schiermonnikoog.
Y de aquí ya partes caminando por los campos hasta llegar a meterte en las marismas. Es como arena de la playa, con la peculiaridad de que resbala bastante y además tiene un color negro por debajo que da cosilla. Sí, parece “chapapote”, pero no te asustes, son las propiedades naturales de este paraje.
Además de que harás unas fotos impresionantes, te partirás de risa con las posibles caídas, menos para el que se cae claro, como aquí una servidora. Y la sensación de hundirte como si estuvieses en arenas movedizas, es todo un reto.
El recorrido es de varios kilómetros, y por lo que os comento del tipo de terreno por el que se camina, se necesita estar en buena forma física. El tema de vestuario y sobre todo calzado es MUY importante. Ir lo menos cargados posible, te hará falta llevar algo de comer y beber, ya que el recorrido dura unas horas.
Pero insisto con el tema calzado, la verdad es que daban ganas de ir descalzo, pero esto estaba prohibido. Está lleno de cangrejos y otros animalitos de mar, por lo que corres el riesgo de hacerte una herida. Aunque yo precisamente me hice una buena y no por los cangrejos, sino por el calzado que llevaba. Así que no se te olviden unas TIRITAS.
De calzado se recomiendan unas bambas de las que se atan al tobillo. Este detalle es muy importante, ya que al hundirte y al sacar el pie, la zapatilla se acaba saliendo, y esto es lo que acaba provocando las rozaduras en el pie.
A mi me pasó de todo. Me caí. Me hice una buena rozadura de la que se me ha quedado la marca para siempre, y llegué a la orilla hecha un trapajo 🙂
La verdad es que hubieron momentos que pensé, ay quien me manda meterme en este fregao…con lo bien que se está tumbada en una playa jeje
Pero ahora que vuelvo a fer las fotos y no puedo parar de reir, tengo que decir que valió mucho la pena vivir algo tan único en Holanda.
Lo que más me gustó del recorrido, fueron los paisajes. En especial en el que te encuentras cruzando el agua hasta la cintura, mientras que a lo lejos ves a la gente de pie sobre la arena, como si caminaran sobre el agua.
Y para rematar acabamos tirandonos al agua, el que quisiera claro!
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